En memoria de Andrés Ortiz-Osés, querido amigo


Imagen de Luis Vidal. Andrés Ortiz-Osés


Se nos ha ocultado Andrés Ortiz-Osés, filósofo, hermeneuta, escritor y querido y admirado amigo. Queremos rendirle tributo y homenaje recordando sus colaboraciones con nuestra editorial. A nuestro entender el mejor tributo que se le puede brindar a un autor es recordar su obra. No obstante, Heraldo de Aragón ha publicado un obituario firmado por Juan Domínguez Lasierra del que entresacamos el siguiente fragmento:

Don Andrés de Tardienta fue un hidalgo quijotesco que no se volvió loco por leer libros sino que, al contrario, volvió locos a los libros, cuando los leía o escribía. Su lanza era la hermenéutica, con la que diseccionaba todo lo que tocaba, y lo trasmutaba: transformaba en molinos a los gigantes, a las princesas en sirvientas, a los castillos en cabañas. Deconstruía para construir, era hombre perennemente vitalista, que encarnaba sus propios aforismos, brujuleando gracianescamente para buscar o indagar el sentido de las cosas, de la vida, del mundo.
El artículo completo en el siguiente enlace:



De la mano de Alejandro J. Ratia la primera participación de Andrés Ortiz-Osés en Libros del Innombrable se reflejó en dos andanadas de aforismos publicadas en la revista Almunia bajo el título genérico de «Tiempo de sentido», en los números 1 (1998) y 2 (1999) , que sirvieron como aperitivo de lo que vendría después. En el segundo número de la revista también se incluyó un artículo de Javier Barreiro: «Inteligencia y emoción integradoras: los aforismos de Andrés Ortiz-Osés».





Habría que esperar al año 2008 para que apareciera en la Biblioteca Golpe de dados el volumen: Meditación del existir (ISBN: 978-84-95399-4), en edición de Luis Garagalza, con obertura-entrevista de César Coca, un apéndice-entrevista de José Luis Acín y un epílogo de Félix Gerenabarena. En la página de Libros del Innombrable puede visitarse en el siguiente enlace:


En la contracubierta leemos:
He tenido la suerte de comenzar a escribir aforismos a partir de la edad madura, cuando uno ya tiene un cierto sistema filosófico en mente y corazón. De este modo la aforística se convierte en la racionalización de lo irracional pero también en la exoneración o descarga de tantos pensamientos y sentimientos que buscan su articulación y conjugación en un lenguaje de lenguajes. Mientras que la filosofía oficial es cosa de despachos y asentamientos, de claustros y escolásticas, la aforística es cosa de sendas perdidas, senderos inexplorados, caminos intrincados, vericuetos marginados, paseos transeúntes. Aquí no se trata de abstraer sino de extraer, no de alcanzar un raciocinio sino componer un relación, no de reprimir la imaginación simbólica sino de encauzarla.
Recogemos, a continuación, cincuenta aforismos del autor incluidos en la primera parte del volumen reunidos bajo el título: «Apertura de sentido»:

1. Quien nunca conoció el precio de la felicidad, no será feliz (Y. Yevtushenko): pero en definitiva esto significa que pagamos la felicidad con la infelicidad, o sea, que no hay la una sin la otra (conjugación de los contrarios).
2. Como dice el Sócrates de Jenofonte, los hombres prefieren ganar unos a otros que ganarse unos a otros: ayudándose mutuamente.
3. No existe la verdad puramente: la verdad coexiste impuramente junto al error y la mentira.
4. Nada existe puramente: todo coexiste impuramente junto con otra cosa y, por tanto, relacionalmente (la realidad es relacional o simbólica).
5. La vida oculta la muerte porque la abstrae: la muerte oculta la vida porque la contrae o contradice.
6. El ser no es sólo lo que nos pasa, como quiere el amigo G. Vattimo: el ser es sobre todo lo que nos traspasa.
7. Las tres funciones clásicas: la sabiduría de los mandatarios, la valentía de los militares y la templanza de los productores.
8. El fumar como el placer perfecto para O. Wilde: porque siempre nos deja insatisfechos.
9. Desdicha dicha: desdicha convertida en dicha.
10. La felicidad no existe sin la infelicidad: el amor no existe sin el desamor: el sentido no existe sin sinsentido.
11. En mi aforística nada humano-mundano me es ajeno: filosóficamente.
12. Sus brazos tenían la gracia del bambú, su frente se confundía con la luna (M.E. Centamputan).
13. A veces no estamos dispuestos a pagar el alto precio de la alta felicidad: y nos conformamos o confortamos con una felicidad barata.
14. Si vives intensamente sufrirás: si no vives intensamente ya sufres.
15. El amor y la felicidad tienen su precio: Dios y el bien tienen su precio: la vida y la existencia tienen su precio: el sentido y la belleza tienen su precio.
16. Todo lo positivo se paga caro (negativamente).
17. Lento y dulce nuestro tiempo: el final fue rápido y amargo (Y. Amichai).
18. Empezamos a vivir cuando asumimos la muerte: obtenemos sentido cuando afrontamos el sinsentido: experimentamos lo positivo cuando implicamos lo negativo.
19. Toda ganancia es una pérdida de tiempo: toda pérdida es una ganancia de espacio.
20. Saberse ladear en Gracián: saberse ajuntar y desajuntar, saber torear o lidiar, saber sobrevivir a través del zigzag y la cintura, saber tratar las contrariedades y remediar los extremos (véase su Oráculo manual y arte de prudencia).
21. Gracián predica la cautela como compensación de su propia sinceridad aragonesa.
22. El héroe gracianesco intenta superar el desengaño a través del ideal: un ideal que conjuga la naturaleza y la cultura, Andrenio y Critilo, la pasión y la razón.
23. El achaque es el propio hombre, dice B. Gracián.
24. Estratagema de la vida: uno se da cuenta demasiado tarde de que la vida no es lo que parecía de pronto.
25. La nostalgia añora: la melancolía reviene.
26. La angustia angosta: el aburrimiento aburra.
27. En el principio está lo principal: y el príncipe.
28. El sufrimiento es hierático porque lo paraliza todo: la alegría es dinámica porque lo mueve todo.
29. La solemne tristeza de la edad madura: y el desengaño de las vanidades heroicas (M. Menéndez Pelayo).
30. Nos han contado la vida heroicamente como una superación: ahora debemos recontarla antiheroicamente como una supuración.
31. Cuando se toca lo destinal, como una grave enfermedad, hay que luchar por una parte y abandonarse por otra (Para Luis Garagalza).
32. El alma respira con palabras, decía Unamuno: y las palabras inspiran.
33. Cuando topamos con ciertos límites sólo resta transcribir la situación en aforismo: así queda delineada o delimitada e inscrita en el Alma del mundo a modo de símbolo.
34. Todo cuanto hay en el mundo pasa en cifra (B. Gracián): a descifrar.
35. Somos felices si hay sentido de la vida: y hay sentido de la vida si amamos.
36. Quiero vivir sin grandes aspavientos
para evitar que se me lleve el viento:
quiero vivir sin grandes miramientos
para evitar ser víctima del tiempo:
quiero morir sin gran predicamento
y no ser pasto de medicamentos.
37. Somos el dios crucificado: el hombre es la divinidad encarnada y encarnizada. (O quizás es simplemente el animal tragicómico).
38. La mujer no nos entiende: no entendemos a la mujer.
39. La aforística es búsqueda de coimplicación.
40. Entender a alguien es también entender su silencio.
41. En mi visión de los contrarios, el bien y el mal ocupan en el conjunto un peso similar o semejante: pero la relación de coimplicación, conjunción o conjugación hace inclinar simbólicamente la balanza hacia el bien.
42. Si nos consideran un número: hacer el número.
43. Viviendo en un mismo sitio siempre acabamos con cierta fobia: topofobia.
44. Esperamos encontrar Alguien y solemos encontrar Algo: hasta que finalmente nos encontramos trascendidos.
45. No podemos confiar ni en nuestra selección de baloncesto: ganadora del mundial y perdedora del europeo (viva el voleibol).
46. El sacrificio fundacional se expresa en el sacrificio originario del dios o diosa del que procede el cosmos, así como en la composición dualística del universo: ese sacrificio es ineludible porque forma parte de la esencia antagónica de lo real, aunque pueda llegar a humanizarse.
47. Entre los nahuas los dioses reúnen los opuestos a través del eje del cosmos (axis mundi): por este pecado o contaminación son expulsados del cielo y fundando así el mundo humano le prestan animación (véase Blanca Solares, Madre Terrible).
48. El jaguar frente al águila entre los olmecas: lo matriarcal-femenino frente a lo patriarcal-masculino.
49. La Diosa mexicana (Coatlicue) como «petrificada petrificante» (O. Paz).
50. España exportó el vocablo «liberal»: y, en efecto, se quedó sin ello.

En 2010 publicamos Nietzsche: La disonancia encarnada (ISBN: 978-84-92759-30-9). Podemos visitar su espacio en la página de Libros del Innombrable en el siguiente enlace: https://www.librosdelinnombrable.com/producto/nietzsche-la-disonancia-encarnada/




En la contracubierta se nos advierte:
El autor ofrece aquí una selección de sus propios escritos revisados, introducidos y enmarcados en torno a la filosofía vitalista de F. Nietzsche, interpretada como una nueva «ilustración romántica». Su símbolo sería Zaratustra, situado a modo de Hermes mediador entre Dionisio el rival y Apolo el racional. Esta obra explicita la genial definición nietzscheana del Hombre como «disonancia encarnada», al tiempo que expone la relación paradójica entre la vida y la muerte, la alegría y el sufrimiento, lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira, lo divino y lo demoníaco. El libro es una revisión hermenéutica de la filosofía de Nietzsche, valorada no sesgadamente, sino desde una perspectiva de conjunto de carácter transversal y coimplicativo, reinterpretando la nietzscheana «voluntad de poder» como voluntad de valor. En su epílogo, el filósofo wittgensteniano Isidoro Reguera pondera la originalidad y sabiduría de Ortíz-Osés, estableciendo un diálogo radical con el pensamiento contemporáneo en torno al sentido (pos)nietzscheano de la existencia.

Reproducimos un fragmento del texto con el mismo título que el libro:

Leer a Nietzsche de joven empalma con una filosofía juvenil, ya que el filósofo alemán nunca llegó a viejo. Pero leer a Nietzsche de viejo, tras haberlo leído juvenilmente, resulta un poco inquietante ya que nos confrontamos con una filosofía efervescente y a veces enervante, pero divisada desde una perspectiva ya calmada. Por eso leer a Nietzsche de viejo resulta tan nostálgico, puesto que en el joven domina la inquietud y en el mayor la quietud, mientras que Nietzsche permanece en vilo toda su vida. Pues es característico de nuestro autor una inteligencia y sensibilidad extremas, aunque también cierta megalomanía e incluso fanatismo, como reconocerá el propio filósofo tardíamente.
En esta introducción queremos estudiar especialmente al primer Nietzsche y al último, o sea, tanto El nacimiento de la tragedia (1871) como los Fragmentos póstumos de 1885-9 en torno a la «voluntad de poder» (Wille zur Macht). Entre la primera obra y la última se ubica todo el itinerario nietzscheano, el cual pasa del romanticismo juvenil junto a Schopenhauer y Wagner hasta derivar en una especie de «positismo» basado en la afirmación de los valores biológicos o vitalistas. Si en el primer Nietzsche hay un equilibrio entre Dioniso el vital y Apolo el formal, el último Nietzsche se decanta por Dioniso endurecido contra Apolo, la voluntad de poder contra la decadencia, la autoafirmación frente a toda despersonalización, el mundo inmanente contra el mundo trascendente propio de las religiones, especialmente la cristiana.
El itinerario nietzscheano resulta hoy bastante aclarado y podemos presentar su falsilla del siguiente modo. El filósofo alemán descubre la lucha soterrada entre la vida y la razón bajo los símbolos de Dioniso y Apolo respectivamente. Aunque enamorado de Dioniso, el Nietzsche juvenil admite el contraste corrector de Apolo como necesario, conformando así una entente de la vida con la razón. Sin embargo, el Nietzsche maduro afirmará a un duro Dioniso contra Apolo, o sea, la vida contra la razón (pereat veritas, fiat vita).De este modo, el latente criticismo nietzscheano frente a Sócrates y el racionalismo, así como frente al cristianismo y el moralismo se radicalizará compulsivamente. 
Pero nosotros no queremos reflejar meramente la obra nietzscheana ni solamente reflexionar sobre ella, sino inflexionar el texto y leerlo oblicua y transversalmente hasta encontrar en sus pliegues y repliegues un encuentro de contrastes bien contrastados. A tal fin partimos de la filosofía hermenéutica, según la cual se trata de entender al otro mejor de lo que se entendió a sí mismo, pero añadiendo nuestra hermenéutica simbólica, según la cual se trata de entenderse uno mismo mejor a través del otro.
He aquí nuestro recorrido:
1. Del Nietzsche romántico al posromántico
2. El equilibrio entre Dioniso y Apolo
3. El desequilibrio de Dioniso y Apolo
4. Hermes entre Dioniso y Apolo
5. Filosofía hermesiana
6. La vida y la muerte
7. Sentido y sinsentido

Conclusión final: Zaratustra
Excurso sobre G. Vattimo
Del Nietzsche romántico al posromántico

Nietzsche es un filósofo y filólogo que proyecta un pensamiento literario basado en la compresencia simbólica de Dioniso y Apolo: aquel representa nuestros instintos vitales, este nuestra ensoñación racional o formal. Como había afirmado anteriormente el mitólogo suizo Juan Jacobo Bachofen, colega mayor de Nietzsche en la Universidad de Basilea, Dioniso comparece en la Grecia arcaica como el hijo predilecto de la diosa madre Demeter, mientras que Apolo es el hijo predilecto del dios padre Zeus. El dios Dioniso es preheleno y preolímpico, el divino Apolo es heleno y olímpico, representando aquel las fuerzas arracionales o emocionales y este la fuerza abstractiva o separadora respecto a lo vital (abstrahere dice separar). Pues bien, así como Bachofen describe la religión griega como el tránsito del culto matrial de Demeter a la cultura olímpica de Zeus, así Nietzsche describe el pensamiento griego como el paso del culto orgiástico de Dioniso a la cultura organizada de Apolo.
Bachofen ya había entrevisto en la tragedia griega la compresencia del principio matriarcal y del principio patriarcal, así en el Edipo de Sófocles, que primero se casa con su propia madre a la que posteriormente renuncia patriarcalmente. Por su parte, Nietzsche verá en la tragedia griega la paralela compresencia dual del principio dionisiaco y del principio apolíneo, así en el propio Edipo sofocleo, en el que descubre una música dionisiana de fondo —el destino matriarcal en Tebas—trasformada empero apolíneamente ante la visión final de Atenas. Si la genialidad de Bachofen está en contar la dualidad del principio matrial y patrial en Grecia, la genialidad de Nietzsche está en cantar la dualidad del principio dionisiano y apolíneo en la propia Grecia.
Quizás el problema estriba en que ninguno de los dos mitólogos germanos logran captar la relevancia de una reconciliación de los contrarios en una tercera figura o figuración remediadora de dicho dualismo. Ninguno de los dos atisba la figura simbólica de Hermes como mediación de Dioniso y Apolo respectivamente. Esta visión mediadora emerge en la tradición de la Hermenéutica contemporánea, cuyo patrón es Hermes, el dios de la comunicación de los contrarios. Por otra parte, ni el uno ni el otro parecen percatarse de que el cristianismo representa una religión hermesiana o mediadora entre lo matriarcal y lo patriarcal, lo dionisiano y lo apolíneo, aunque Bachofen lo barrunta sin llegar a captar que la figura de Cristo simboliza el Hijo de la diosa Madre y del dios Padre, así como el Hermano que hermanaría a Dioniso y Apolo (el cristianismo como religión fratriarcal).
Pero hay una obvia diferencia entre la mitología cultural de Bachofen y la de Nietzsche. Mientras que Bachofen se considera cristiano (protestante), Nietzsche acaba profesando un anticristianismo militante al considerar el cristianismo la encarnadura misma de la decadencia idealista y del igualitarismo debilitador, una religión innatural propia de los esclavos y débiles, las mujeres y los enfermos. Frente al cristianismo, el filósofo alemán proyecta la Grecia arcaica como estandarte de la religión vital de Dioniso trasfigurado por Apolo, aunque finalmente nuestro filósofo acabará festejando a Dioniso y renegando de Apolo y lo que representa: la razón, la verdad y la ciencia, Sócrates y Eurípides, el cristianismo y la moral, el decadentismo de Schopenhauer y Wagner. 
Frente a todo este mundo decaído Nietzsche presentará como sus modelos a los espíritus libres y los genios creadores, que encarnan el poderío como diversificación y la honestidad o veracidad humana (frente a la verdad mentirosa), así como a los héroes trágico-guerreros del paganismo que coafirman la vida inmanente, pero también el virilismo propio del código ario de Manu o Zaratustra y del hinduismo de las castas, la virilidad árabe (Mahoma) y la fuerza del Antiguo Testamento (Moisés), el carácter indómito de los corsos y Napoleón, la filosofía de Empédocles y Heráclito, Anaximandro y Pisístrato, los sofistas y los cínicos, la autoafirmación egoísta, Demócrito y Protágoras, Jenofonte y Píndaro, Tucídides y Demóstenes, Pericles, Alejandro Magno y Julio César, Bruto y Petronio, Cicerón y Horacio, Maquiavelo y César Borgia, la sabiduría artística de Montaigne y Gracián, Shakespeare y Leonardo, Rafael y Miguel Ángel, Palestrina y Mozart, Bach y Beethoven, Lessing y Lamarck, Burckhardt y Goethe, Stendhal y Lichtenberg, Mirabeau, Merimée y Bizet.
Pero a esta lista de amigos se contrapone un listado de enemigos decadentes como Buda y Pablo de Tarso, Parménides y Solón, Aristóteles y Platón, Aristipo y los megáricos, los estoicos y los racionalistas, los moralistas y la «metafísica celibataria» medieval, Cervantes y su Don Quijote, Rousseau y Hegel, D. Strauss, el socialismo y la democracia, los débiles o no-libres. Entre ambos quedan situados los ambiguos o ambivalentes como la filosofía china y Homero, los epicúreos y los hedonistas, los judíos, Jesús y el Evangelio de san Juan (mistérico), Pitágoras y Orfeo, Plutarco, Spinoza y Voltaire, La Rochefoucauld, Schiller y Leopardi, Hölderlin y Emerson, Dostoievski y Baudelaire, Dühring.


Llegado el año 2013 aparecía el volumen de Andrés Ortiz-Osés El duelo del existir (978-84-92759-63-7) con edición de Luis Garagalza. En la página de Libros del Innombrable puede visitarse en el siguiente enlace:





Las siguientes palabras pertenecen a la contracubierta del libro:

El duelo de existir expone el dolor de ser hombre y la lucha de la existencia a vida y muerte. Un tal duelo se enmarca en el horizonte cultural de la llamada «muerte de Dios», en medio del nihilismo contemporáneo, el cual incide en la crisis global que padecemos actualmente El libro replantea el sentido del hombre en este mundo, criticando la tradicional visión patriarcal, heroica y fatua que nos ha llevado a un callejón sin salida, y cuya salida está en la apertura radical a una cultura antiheroica, basada en la humanización de lo humano frente a su inhumanización. En la primera parte se ofrece una intrigante aportación cultural sobre el sentido y sinsentido de la vida, en la que se critica tanto la modernidad abstractoide capitalista como la posmodernidad deletérea o evanescente, en nombre de una modernidad interior o intramodernidad, una modernidad con alma y no desalmada, fundada en la razón afectiva y no desafectiva. En la segunda parte se ofrece una brillante aportación aforística, reflexiones breves pero intensas sobre todos los aspectos de la vida desde una perspectiva filosófica o sapiencial, de signo poético e imaginativo y de gran belleza formal.

En el volumen se incluye el siguiente capítulo que reproducimos completo: «Cambio cultural: cambio virtual».

Asistimos a un nuevo cambio cultural enucleado en torno a la Posmodernidad. La cultura posmoderna tiene sus antecedentes inmediatos en el existencialismo y la contracultura, pero se proyecta como «flotación» de todos los valores. Frente a la tradición clásica esencialista, la posmodernidad realiza una crítica de todo absolutismo y fundamentalismo en nombre del relativismo. De este modo se pasa del absolutismo al relativismo, ignorando el espacio intermedio del relacionismo y lo relacional como mediación adecuada entre el extremismo absolutista y el relativista. Hasta cierto punto el viejo Apolo y su idealismo ha sido desplazado por Dioniso y su disarmonía, lo mismo que el viejo trascendentalismo ha sido disuelto por el inmanentismo, aunque de lo que se trataría es de mediar los contrarios en un interlenguaje hermenéutico presidido por Hermes.
Si la posmodernidad implica la flotación de todos los valores, Internet reporta una flotación virtual de todo: el ser, el amor, Dios. La posmodernidad líquida o acuática de Bauman se torna aquí navegación aérea, porque internet es el espíritu o alma aérea del mundo, el globo que nos engloba en la globalización, la Babelia posmoderna. En su imaginario trascendental alberga tanto la comunicación como la información, aunque más extensiva que intensivamente. La red es la articulación de todo y la relación de todos, siquiera yuxtapuestamente. Por eso Todorov ha podido hablar de un nuevo estilo de coexistencia caracterizado por el vivir solos pero juntos, juntos pero solos. O la red como comunicación acuática e información aérea, eros y logos, diálogos, realidad como red y enredo: redalidad.
Internet nos quita la soledad y nos la aumenta, paradójicamente, al tiempo que nos ofrece libertad aunque abstractamente. En este sentido, el conocimiento que ofrece la red no es un conocimiento situado sino sitiado o asediado. Por otra parte, la realidad que ofrece u oferta nuestra red global es surreal, y en ello concuerda curiosamente con la realidad que la física actual proyecta cuánticamente. La realidad reticular es irreal al tiempo que suprarreal o sobrerreal. Ello constituye la ambivalencia de internet, que puede parecer un trasmundo muermo o plastificado, pero que a la vez posibilita una intensa vivacidad interhumana e incluso cierta inmortalidad poshumana o póstuma.
La red proyecta una realidad cuya verificación se encuentra en la ciencia física. Se trata de la realidad como «mathesis encarnada», con la típica ambigüedad propia de la realidad no sólo física sino también biológica, la cual funciona «progreregresivamente». En efecto, la clave hermenéutica de nuestro mundo científico-técnico es la progreregresión, ya que avanzamos retrocediendo, de acuerdo a la realización de un universo que se expande a costas de su impansión, que progresa en base a la regresión, que funciona al precio de la entropía. En realidad sobrevivimos a costas de la finitud, la contingencia, el colapso y la muerte. Por eso hay que relativizar el progreso científico y humano, ya que progresamos retrocediendo o regrediendo: tal es el caso de nuestra incapacidad actual de afrontar la muerte como lo hiciera un Sócrates, ya que la cicuta —léase eutanasia— se considera todavía como algo impío, ignorando así la piedad y la compasión tanto humana como cristiana.
En su famosa obra «Origen y presente», el posjunguiano Jean Gebser afirma que la humanidad ha avanzado de la inconsciencia arcaica o mágica a la subconsciencia mítica o mitológica, arribando finalmente a la conciencia racional. En nuestro tiempo la humanidad estaría accediendo a la edad del espíritu, entendido como supraconciencia que asume y trasparenta las etapas anteriores en una cosmovisión integradora. Sin embargo, yo diría que nuestra edad del espíritu parece más bien la edad del espíritu abstracto o abstraccionista, que nos ha liberado ciertamente de pesados pasados, pero al precio de vender el alma en el mercado capitalista al dios mercantil Mercurio, y no al dios mediador Hermes.
Se trataría empero de re-mediar nuestra enajenación abstractoide, intentando ampliar la humanidad de lo humano y, por tanto, humanizando el mundo inhumano o deshumanizado. Se impone una apertura radical a la búsqueda del sentido encarnado, y ya no de la razón pura o la verdad abstracta, asumiendo críticamente la negatividad frente al triunfalismo que nos ha llevado a la crisis económico-social actual. Como lo muestra internet, el mundo es un Juego universal que hay que conjugar o articular en un interlenguaje humano global. Global pero no abstraccionista, sino coimplicador del sinsentido, el mal y la muerte. La estadística de suicidios que ofrece internet es el argumento decisivo contra todo idealismo abstraccionista, incapaz de ver la realidad en su inmanencia y contingencia.
Pienso que la posibilidad abierta por internet está en su capacidad asuntiva frente al viejo e ingenuo «buenismo», por cuanto ofrece no sólo el flanco positivo sino el negativo de lo real en su realización. A este respecto el concitado J. Gebser concluye su magna obra afirmando que «o terminamos desintegrados y dispersos, o alcanzamos la integridad». Parece que con la red sería más fácil alcanzar cierta integridad o al menos integración, aunque siempre relativa o relacional. Pues me temo que finalmente terminaremos todos desintegrados y dispersos, y que solo alcanzaremos la integridad o integración en el todo dispersamente...
Por eso hay que hablar no sólo de la vida y su integridad sino también de la muerte y su desintegración: precisamente para tratar de cointegrarla humanamente y de asumirla en nuestra conciencia colectiva representada por la propia red universal. Una universalidad que se plasma como unidiversalidad y, por tanto, como pluralidad humana de lo humano: cuyo baremo o criterio es la humanidad frente a la inhumanidad.

En el año 2016 apareció el último libro del autor en nuestra editorial. En este caso el volumen posee la peculiaridad de estar formado por dos libros, uno de poesía, el otro, un curioso dietario: Poética del sentido / Viaje sentimental al sur (diario canario), (ISBN: 978-84-92759-89-7). El volumen incluye un prólogo de José Luis Calvo Carilla, un epílogo de Josetxo Beriain y una entrevista de Juan Dominguez Lasierra.




Puede visitar el espacio de este volumen en la página de Libros del Innombrable en el siguiente enlace:


Se nos dice en la contracubierta:

Esta obra recoge en la primera parte la original poesía del filósofo y aforista Andrés Ortiz-Osés, ofreciendo en la segunda parte el Diario personal de un viaje a nuestras Islas Afortunadas. En este volumen se recogen cincuenta años de inspiración poética y expiración aforística. El poeta es un simbolista, y aquí el poeta simboliza los avatares del hombre contemporáneo desde una perspectiva subjetiva y sentimental. Esta simbolización se cobija bajo el horizonte agustiniano del hombre interior, pero se realiza tras el expresionismo barroco de signo graciano o gracianesco. En su epílogo el sociólogo J. Beriain interpreta esta mitopoética del sentido como propia del hombre actual con un toque surreal, mientras que en su prólogo el profesor Calvo Carilla destaca la riqueza verbal y la agudeza mental de esta escritura singular y creativa. 


De la primera parte del volumen, Poética del sentido, extraemos los siguientes poemas:

Transido
En el útero estaba ensimismado 
pero al llegar el parto fui partido:
una parte de mí suena a latido 
la otra suena a tren descarrilado.
En la niñez crecí al calor amado 
mas en la adolescencia perdí el nido:
luego en la juventud fui detenido 
y ya en la madurez aherrojado.
Vivo viviendo lo que otros desviven
vivo muriendo lo que otros destruyen
vivo asumiendo lo que otros no viven.
Al aceptar quedarme por los que huyen 
acepto el sino de los que reviven 
porque afrontan la muerte y no rehúyen.

Testamento
Un día se dirá lo que yo he sido 
como se cuenta el tiempo que ha pasado 
como se mide el alma de un parado 
pero nadie sabrá lo sucedido.
Permíteme decírtelo al oído 
antes de que la muerte haya envarado 
mi corazón lascivo y atrapado
mi propio testimonio fenecido.
Yo nunca fui aquello que yo era 
yo nunca pude aquello que podía 
yo nunca hice aquello que yo hiciera.
Yo era una persona de otra era 
que sabía lo que no se solía 
y que no pudo ser como quisiera:
el amante invisible que pudiera 
amar en lo visible
la belleza del amor imposible:
aquel que aún no es posible que lo fuera 
mas late compatible y a la espera 
de su junción postrera.

Logos de amor
Hoy quiero hablarte como no te he hablado
pulsando el pulso de este viejo acento
tejiendo dentro mi lenguaje atento
para ofrecerte este soneto alado.
Nunca debiste abandonar mi hado
nunca debiste abandonar mi centro
mas si no pude detenerte adentro
conseguiré volverte hoy a mi lado.
Cómo lo haré aún no me queda claro
pero acaso al final de este proyecto
pueda yo retenerte amor tan caro.
Lo lograré si logro ser preclaro
concluyendo brillante este trayecto
que de tu amor es fruto yo declaro.

Hermenéutica
Hermenéutica blanda de la tierra, 
hermenéutica viva. Dolores cerebrales 
estructuran el vientre y lo embarazan. 
Aquí no yace nada, aquí todo está ido 
—y el desquicio rellena los resquicios. 
Interpretar las raíces de los sueños 
es reducir el caos a destino
—resentimiento de conceptos muertos. 
Hermanarnos las sienes, los cerebros: 
hermenéutica viva del mareo. 
La vuelta en sí desde el dolor y el tiempo 
es no volver a sernos lo que somos. 
Entre el saber sanado y el alimento que nos sustenta 
abajo 
un análisis vivo sostiene nuestro pulso: 
Hermenéutica abierta sin sentidos 
¡al sentido de sonidos consentidos! 


De la segunda parte del libro: Viaje sentimental al sur, añadimos el comienzo:


Obertura

Canarias evoca la mitología del sur: mar y sol, calor y color, desnudamiento adánico/edénico en medio de un paisaje matricial. Los nórdicos bajan de sus tierras frígidas a estas tierras cálidas que simbolizan el hogar y el fogón con su llar, el ombligo o útero, la regresión onfálica frente a la lucha fálico-agresiva, el aplatanamiento o aplanamiento horizontal frente al heroísmo vertical.
Si Oriente representa el origen originado, Occidente representa lo originado originante. Por su parte el Norte es el ámbito de la perfección glacial, mientras que el Sur es el ámbito de la imperfección vital y, a veces, mortal: tal es el caso de tantas pateras africanas naufragadas en su travesía a las Islas Afortunadas.
El calor canario típicamente sureño es la imago psicológica de la «libido»: el sol ardiente sobre la tierra ardida volcánicamente. Mientras que la mitología del norte es la mitología del pecado a frigore (por frío o frialdad anímica), la mitología del sur apunta al pecado lascivo o sensual, muelle o estival.
El vasco Miguel de Unamuno logró redescubrir en su destierro de Fuerteventura el mismo mar de su infancia, ahora recalentado en el sur y contrapuesto al páramo desértico de su amada Castilla. En la imagen clásica de Fuerteventura puede advertirse la piedra calcinada por el fuego, los breves arbustos verdes y ocres, así como las leves palmeras al borde de un desierto que culmina en una pirámide natural.
Y al fondo, naturalmente, el mar-madre y el cielo azul paterno. Situado entre el cielo paterno y el mar materno, Unamuno desea el abrazo simbólico entre ambos: pues si el cielo raso le recuerda Castilla, la mar que ríe y llora, canta y gime, le recuerda el regazo materno de Vasconia.
Ante la visión relajada de Canarias uno recuerda aquel poema de Yevtushenko, en el que define la prisa como la maldición del siglo, puesto que denigra el alma del hombre. Frente a la prisa, el poeta afirma la grandeza del que se detiene e, indeciso, decide oír su alma lejos del ruido mundano. Por ejemplo, junto al oleaje calmo del sur canario, junto al llar de algún fogón alejado del follón.




A lo largo de los últimos años en este mismo blog de la editorial Libros del Innombrable hemos publicado una selección de algunos de sus artículos y poemas que nos iban llegando puntualmente, dado el incansable trabajador que fue nuestro autor. Añadimos a continuación los enlaces de los mismos por si el lector tuviera interés en revisitarlos:


Pendemos de un hilo:


De héroes y virus:


Dos artículos y un poema:


Aforismos del blog-sentimental y cuatro poemas:


Asteroidea:


Pensamientos inéditos:


Andrés Ortiz-Osés también colaboró en el libro homenaje a Fernando Arrabal: Arrabal 80, con una selección extensa de aforismos titulada «Símbolos y diábolos» y una carta blanca a Fernando Arrabal.
Si desea el lector saber más sobre este título le dejamos el siguiente enlace:


Y hasta aquí nuestro homenaje. Recomendamos al lector que se introduzca en estos y otros textos de Andrés Ortiz-Osés, un sabio iluminado e iluminador. 


Un último enlace a la página de Andrés Ortiz-Asés en Libros del Innombrable:



Sit tibi terra levis.

Comentarios

  1. Andrés Ortiz Oses aceptó humildemente (como hacen los grandes pensadores) ser entrevistado por mí de cara a introducir y tener en cuenta en mi tesis doctoral junto a las respuestas de Caputo, Faus, Estrada y Sicre sobre el cristianismo hermenéutico de Vattimo y el concepto de caritas relacionándolo con el entonces nuevo Papa Francisco. Fue Andrés exquisito, inteligente y muy amable. Siempre agradecido. Quiso también publicarlo en Religión digital con el título "La religión del amor". https://www.religiondigital.org/fratria/religion-amor_7_1531116879.html
    Me he topado con la noticia, precisamente estaba pensando ponerme en contacto con él...
    Sólo decirte allá donde estés: gracias Andrés,
    Jesús Lozano Pino.

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    1. Muchas gracias por la aportación. Y muchas gracias por el enlace para que los interesados puedan profundizar en la obra de Andrés Ortiz-Osés. Un cordial saludo. Raúl Herrero

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