La crítica sigue el rastro de Ángel Olgoso, y el rastro nos lleva ahora a una lectura fundamental. En su más reciente número, la prestigiosa revista Librújula ha publicado una penetrante reseña de Madera de deriva, obra que continúa desafiando la catalogación fácil.
Agradecemos a Diego Prado por su lectura rigurosa, que entiende la dualidad de un volumen donde el autor granadino, si bien se despega del blasón puramente fantástico, no se sustrae a la cacería de lo insólito que convive con nosotros.
Prado define Madera de deriva como un libro misceláneo y una travesía que exige calma. El volumen es un cobijo para una colección de «hojas volanderas», una alquimia de géneros que incluye:
Reflexiones sobre el arte de narrar.
Fragmentos de un diario de viaje.
Semblanzas y recuerdos literarios.
Notas para relatos que nunca vieron la luz.
El reseñista subraya que, a pesar de esta diversidad formal, todas las piezas comparten una fibra común: un lenguaje primoroso y un magnífico uso del castellano.
«Cada una de estas piezas, no obstante, comparte unos rasgos comunes: están escritas con un lenguaje primoroso, con un magnífico uso del castellano, y acarrean en ello el bagaje de una fina ironía, la fértil inventiva del cuentista y el lirismo verbal del que sabe mirar a su alrededor con los ojos de un cazador de prodigios. Un pedazo, pues, del amplio universo Olgoso.»
Esta reseña en Librújula es una invitación a la lectura lenta, sin prisas, y una reafirmación de que el universo Olgoso es vasto e inagotable.
Para más información sobre Madera de deriva:

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