Entremeses / Impromptus I Fernando Arrabal I José Moreno Arenas I Edición bilingüe castellano-francés I Prólogo de Rafael Ruiz Álvarez y Mario de la Torre-Espinosa I Estudio preliminar textos Arrabal de Pollux Hernúñez I Estudio preliminar textos de José Moreno Arenas de Adelardo Méndez Moya I Entrevista a Arrabal de Javier Villuendas I Entrevista a José Moreno Arenas de Andrés Cárdenas I Obra gráfica de Nacho del Cerro Arrabal y Antonio Contreras. I Teatro y estudio literario I ISBN: 978-84-17231-51-4 I Thema: DDC – DSG I 135 x 200 mm I 342 págs
Prólogo
(Fragmento)
Arrabal, Moreno Arenas, encuentro fortuito
Rafael Ruiz Álvarez y Mario de la Torre-Espinosa
La publicación de obras de Fernando Arrabal y de José Moreno Arenas en estos momentos supone reconocer lo evidente, que existe un material que ansía ver la luz porque hay mucho en él de prestigio de lo literario, lo formal y lo conceptual. Es encomienda que Raúl Herrero emprende con éxito desde su editorial, Libros del Innombrable. Ya ha dado, como es bien sabido, numerosos títulos para la lectura de la escena, destinados a los amantes de la literatura dramática que se verá sobre los escenarios. Y en ello Arrabal, en particular, ocupa una plaza de privilegio. Recientemente, Libros del Innombrable acogió otra publicación suya, Un gozo para siempre (2023), Premio Internacional de Novela Feliciano de Silva, donde el autor declaraba desear reencontrarse con su ayer, con lo aprendido desde entonces. También es el caso de Moreno Arenas, que busca actualizar su teatro a través de la incorporación de temas nuevos y del tratamiento que hace de ellos, pero desde una óptica más externa a ese yo profundo.
En noviembre de 2022 ambos dramaturgos nos brindaron un encuentro indeleble al abrigo del IX Seminario Internacional de Estudios Teatrales «Vanguardia, confusión y caos en Fernando Arrabal y José Moreno Arenas», celebrado entre Albolote, localidad natal de Moreno Arenas, y La Madraza, Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada. En los actos que se sucedieron a lo largo de dos gozosas jornadas pudimos compartir presencialmente con uno y otro sus conferencias, así como cuanto se dijo sobre sus obras y trayectorias por especialistas de las mismas, en un cúmulo de emociones académicas, personales y teatrales que han dejado una huella imborrable en la historia de la literatura dramática de nuestro país.
Por esta razón, no es del todo una sorpresa que aparezca un nuevo título vinculado a nuestros autores de referencia. Pero sí lo es el hecho de que ambos, consolidada su trayectoria sobradamente, ofrezcan una reactualización de su propia idea de teatro sin abandonar la esencia que conllevan y que los define. Adaptarse a nuestros tiempos exige saber evolucionar en el uso del lenguaje, traducirse para el lector y el espectador de hoy para hacerse más cercano a él, aunque sin menoscabo de la elegante, y necesaria, decisión de permanecer siendo uno mismo, fiel a los rasgos estilísticos y temáticos que configuran sus respectivas figuras autoriales.
El formato elegido para esta edición, bajo el título Entremeses / Impromptus, obedece a lo que se conoce como teatro breve y posee la fuerza de lo contundente, lección práctica para nuestros tiempos de continua urgencia. Seis obras de corta extensión, tres de cada dramaturgo, condensando argumentos, personajes, acciones y desarrollos con final abierto o bien cerrado. […]
Tohu-bohu
Fernando Arrabal
(Fragmento)
Música estridente y muy alta de ¿Tutti Frutti? de Little Richard. Se oyen las ruidosas órdenes que van dando (al fondo, a la derecha) los ángeles del Centro de Operaciones.
Feliciano de Silva (muy disgustado y cogiendo un megáfono).—Por favor, mis muy queridos y muy admirados ángeles del Centro de Operaciones, supriman la canción de Little Richard en los sectores por donde yo paso.
(Inmediatamente cesa la voz de Little Richard.)
Angelitos (infantiles voces riéndose con guasa).—Estamos a su eterno servicio, señor de Silva.
(Por la izquierda aparece Miguel de Cerbantes. Feliciano de Silva y Miguel de Cerbantes se contemplan asombrados. Por fin:)
Feliciano de Silva.—Dígame, por favor…, pero es usted ¿don Miguel?
Miguel de Cerbantes.—El mismo, para servirle a Dios y a usted.
Feliciano de Silva.—Me enteré anoche de que usted había subido acá. Estaba en ascuas. Deseando verle.
Miguel de Cerbantes.—Sí, exactamente ayer noche me alzaron en un periquete. Subí por la Vía Láctea. Mejor que confortable. (Mirando de pies a cabeza a Don Feliciano.) Entonces, ¿es usted don Feliciano? No puede imaginarse la alegría que me da conocerle precisamente aquí.
(Se abrazan con gran entusiasmo ¿y cariño? durante largo rato.)
Feliciano de Silva.—Sí, soy Feliciano de Silva, el antiguo regidor de Ciudad Rodrigo y el hijo del antiguo alcalde de Madrid. Yo llevo aquí, si hemos de creer a algunos sabe-lo-todo-de-ahí-abajo, desde exactamente el día de su nacimiento.
Miguel de Cerbantes.—Yo soy Miguel de Cerbantes o Cervantes, Saavedra o Cortinas, como más le guste.
Feliciano de Silva.—Si le parece, ¿vamos a tomar un blanco?
Miguel de Cerbantes.—Encantado, aunque no sé qué es.
Feliciano de Silva.—Claro, es nuevo.
(Se oyen voces del Centro de Operaciones. Caen subrepticiamente y sin ningún ruido una mesa, dos sillas, dos tazones trasparentes con un líquido perfectamente blanco con dos servilletas negras.)
Feliciano de Silva.—Se acostumbrará inmediatamente. Estos blancos son riquísimos y los puede pedir del gusto que prefiera: desde el chocolate hasta el mango. Las servilletas son utilísimas para los que llevamos barba y bigote.
(En efecto, Feliciano de Silva se pega un trago de blanco que le mancha copiosamente; inmediatamente con la servilleta negra se limpia las manchas.)
Feliciano de Silva.—Dígame, don Miguel, poco antes de ocultarse ¿escribió usted su testamento?
Miguel de Cerbantes.—Eso es lo que seguro que se dirá, pero, en realidad, solo son imprescindibles aclaraciones al segundo Parnaso.
Feliciano de Silva.—Perfectas y tan divertidas; me parto de risa siempre que me las leo.
Miguel de Cerbantes.—¿Qué le parece tan divertido?
Feliciano de Silva.—Que se lo ocurra la gracia de imaginar lo que haría si sus novelas no fueran ejemplares.
Miguel de Cerbantes.—No es nada gracioso lo que digo y quise decir: mis novelas deben ser y son ejemplares más que las novelas italianas.
Feliciano de Silva.—Lo que me hizo destriparme de risa es la jocosa comparación que hizo.
Miguel de Cerbantes.—¿A qué jocosidad se refiere?
Feliciano de Silva.—Que si sus novelas no fueran ejemplares, dijo usted y le repito su chiste, que se cortaría la mano con que las escribió… ¡el manco de Lepanto!
Miguel de Cerbantes.—En esos momentos está uno tan absorto… que los gazapos… cuando uno se va a ocultar…
Feliciano de Silva.—Dice usted ocultar por morir.
Miguel de Cerbantes.—Me parece menos fúnebre. (Un tiempo.) Pero antes dígame cómo consiguió llegar a ser el escritor más célebre y triunfal de su tiempo; traducido y publicado en la mayoría de las lenguas usuales.
Feliciano de Silva.—Fue usted el que escribió «el triunfo oculta lo que el fracaso muestra».
[…]
El reloj
José Moreno Arenas
(Fragmento)
Acto único
El escenario carece de decoración.
(Servus y Líber se encuentran en el centro del escenario.)
Servus.—¿Usted respeta la ley?
Líber.—¿Por norma?
Servus.—Por costumbre.
Líber.—¿Por principio?
Servus.—Por costumbre, le digo.
Líber.—¿En qué quedamos: ley o costumbre?
Servus.—Ley. No me líe.
Líber.—No tengo costumbre.
Servus.—¿De cumplir la ley o de liar al prójimo?
Líber.—Yo solo lío cigarrillos. Por costumbre.
Servus.—¿Se refiere a la ley o a los cigarrillos?
(Líber mira su reloj de bolsillo.)
¿Tiene prisa?
Líber.—Nunca.
Servus.—¿…Y eso?
Líber.—El tiempo no existe.
Servus.—¿Negacionista de nuevo cuño?
Líber.—No; amante del bolero.
Servus.—¿Cómo dice…?
Líber.—Está atrasado.
Servus.—¿El reloj…?
Líber.—Usted.
Servus.—¡Oiga…!
Líber.—Parado.
Servus.—¿Qué se ha creído…?
Líber.—¡El reloj! No da la hora.
Servus.—Entonces… ¿por qué lo mira?
Líber.—Para asegurarme de ello.
Servus.—¿Acaso cree que las manecillas van a echar a andar solo por arte de birlibirloque?
Líber.—¿Yo…?
Servus.—El reloj.
Líber.—No tiene avería.
Servus.—No entiendo.
Líber.—Funciona perfectamente.
Servus.—Si acaba de decir…
Líber.—Que sí…
(Con énfasis:)
La Ley…
[…]
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