El séptimo día I Else Lasker-Schüler I Edición y traducción de Montserrat Armas I Edición bilingüe alemán-castellano I Poesía I ISBN: 978-84-17231-50-7 I Thema: DCF – DCC I 130 págs.
Prólogo
(Fragmento)
En torno a la nuca del mundo
Montserrat Armas
Irritante, exagerada, histérica, ridícula eran los adjetivos que elegían algunos de los asiduos del Café des Westens para describir a Else Lasker-Schüler, e incluso muchos de los transeúntes con quienes se cruzaba, cuya mirada de asombro los hacía girarse sobre sí mismos sin dar crédito. Su particular forma de vestir, que contrastaba con la convencionalidad e incluso elegancia de la mayoría de los miembros del movimiento expresionista (como Georg Heym o Gottfried Benn), así como su carácter temperamental y su conducta extravagante, que en ocasiones la volvían intratable, escandalizaban a muchos. El caso más conocido es el de Franz Kafka, quien sintió por la poeta un fuerte rechazo, no solo hacia su persona, sino también hacia su escritura «por su vacuidad» y «su artificiosa ampulosidad». Sin embargo, por regla general, cuando se trataba de describirla como poeta los adjetivos a los que aludían sus lectores y críticos literarios eran, y siguen siendo hoy en día, muy diferentes: hipnotizadora, genuina, la personificación del talento, capaz de aunar los temas judíos, la fantasía oriental y un lenguaje alemán «exuberante, fastuoso, tierno, un lenguaje moderno y dulce, brotado en cada giro desde el núcleo creador».
Else Lasker-Schüler consiguió triunfar en un círculo literario donde la poesía la escribían y la recitaban mayoritariamente hombres. Se convirtió en la precursora de uno de los movimientos de vanguardia más importantes y radicales del momento, el Expresionismo. Fue la única mujer que apareció representada en el legendario libro de los comienzos del cine Das Kino-Buch (1913), editado por el escritor, periodista y crítico teatral Kurt Pinthus, y compuesto por pequeñas piezas cinematográficas escritas por los principales poetas expresionistas. Esta obra se convirtió en la primera colaboración entre entusiastas del cine y la literatura. Además, Else Lasker-Schüler estuvo presente, como única poeta, en la antología de textos literarios Das bunte Buch (Kurt Wolff Verlag, Leipzig, 1914). Posteriormente, su obra también apareció en la prestigiosa antología de poesía expresionista Menschheitsdämmerung. Ein Dokumment des Expressionismus (Ocaso de la humanidad. Un documento del Expresionismo), editada por Kurt Pinthus y publicada en 1919 en una pequeña editorial y un año más tarde en la reconocida Editorial Rowohlt. En esta antología clásica, que conoció cuatro ediciones y alcanzó la suma de veinte mil ejemplares vendidos, la poeta publicó quince de sus mejores poemas, junto a veintidós poetas tan destacados como August Stramm, Alfred Lichtenstein, Georg Trakl, Gottfried Benn, Walter Hasenclever, Paul Zech, entre otros. […]
Conocimiento1
La pesadez asciende de todas las tierras
Y el olor a plomo nos asfixia,
Pero el deseo se extiende
Y se arroja como incendio.
De ríos salvajes resuena
El grito primitivo, la canción de Eva.
Nos arrancamos las prendas
Seducidos por el eco de tiempos pasados,
¡Desnuda yo! ¡tú, desnudo!
– – – – – – – – – – – – – –
Salvaje, Eva, confiesa vacilante:
Tu deseo era la serpiente,
Su voz se deslizaba por tus labios
Y mordía el borde de tu mejilla.
Salvaje, Eva, confiesa impetuosa:
El día que arrancaste a Dios,
Cuando muy pronto contemplaste la luz
Y te hundiste en el cáliz ciego del pudor.
Grandiosa
Se alza de tu seno,
Como satisfacción incierta primero,
Luego con violento arrebato,
Creándose a sí misma
Dios-alma…
Y ella supera
El mundo,
Perdiendo su principio,
Supera todo tiempo,
Y al final regresa a tu corazón milenario,
Dominante…
Canta, Eva, sola, muy sola, tu canción turbadora,
Que, fatigada por las gotas, late como tu corazón,
Libera la sombría cinta de lágrimas,
Que se tiende en torno a la nuca del mundo.
Como luz de luna tu rostro cambia…
Eres bella…
Canta, canta, escucha el sonido embriagador,
La noche ya juega en tu cabello dorado:
«Bebí el dulzor que alienta
De la rama irisada,
De las dulces umbelas oscuras.
Ahora temo
A mi mirada que vigila,
Escóndeme, tú,
Pues mi pena salvaje
Se vuelve vergüenza,
Escóndeme, tú,
Profunda en el ojo de la noche,
Que mi día lleve la oscuridad de la noche.
Traducción Montserrat Armas
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