Así comienza… Memorias, apariencias y demasías, de José Manuel Corredoira Viñuela

 


I

Tiene el alma sus vuelos propios.

San Ambrosio

Gregorio Coloma Escoín ha tenido la amabilidad de enviarme la Adenda o adehala a la muerte de Don Bartolomé José Gallardo en Alcoy, de Antonio Revert Cortés, y una separata de El Extramundi y los Papeles de Iria Flavia (n.º 11, caniculares de 1995) que contiene cuatro cartas inéditas de Valle-Inclán a Corpus Barga. Cartas que llegaron a su poder por voluntad de la hija de Barga, quien al morir (en Lima, en 1975) le confió a Coloma los papeles que este dejó, así como un amplio epistolario con personalidades de la época. En esa gavilla figuraban las cuatro cartas mencionadas, «de letra bombarda, como las antiguas ejecutorias», en palabras de Valle («letra de manco con nostalgias góticas», al decir de Corpus). La correspondencia entre los dos escritores debió de ser más brandida, habida cuenta de la familiaridad con que se escriben, pero solo nos han llegado esas cuatro. Valle las escribió entre 1915 o 1916 (para la primera carta, indatada), y 1920 (las dos primeras escritas desde el Casal de la Merced, en Puebla del Caramiñal, Coruña; y las dos últimas ya desde Madrid). Por ellas nos enteramos de la visita de Valle al frente de batalla —acompañado por Barga y Chaumié, cónsul francés en Sevilla—, y de su vida en el campo, extrañado del fragor de las capitales («Ahora vivo en el campo —escribe el 5 de octubre de 1917—, frente al mar, un lugar maravilloso… Yo he abandonado resueltamente la literatura, y me dedico á ser labrador [¿de natura?]. Ahora medito acreditar una marca de vino. No se si será mas difícil [conservamos escrupulosamente la acentuación y puntuación valleinclanianas] que acreditar una marca literaria. En fin ya veremos. Crea usted que no hay nada como la tierra, sobre todo la tierra donde se pudren todos nuestros muertos. Se nos dan en los frutos con un amor elemental y profundo, que hace feliz nuestro destino». Y concluye: «Vengase á descansar con nosotros»; como si dijera: «Véngase a morir en nuestra compañía»). Lo que llama primariamente la atención en estas cartas de Valle, fuera de su esoterismo (referencias a la geomancia, la verdad sagrada —es la época en que escribe La lámpara maravillosa— o a Miguel de Molinos, disciplinante de la noluntad, del que luego hablaremos), es su total desconocimiento de las reglas más elementales de acentuación-no acentuación, y su ortografía desastrada. «Inadvertencias del gran Don Ramón», las llama Gregorio Coloma, al que hay que perdonarle todo, pues «cuando se escribe como él lo hizo, bien podía hacerlo como le diera la gana» (de otro modo: Mala grammatica non vitiat chartam). El acceso a los autógrafos permite comprobar de primera mano esas «peculiaridades» de su acentuación y puntuación. Por vía de ejemplo: en sus cartas, Valle escribe «cenovio», «heregia», «él» (artículo), «fabor», «esprimir», «canavis», «Uste», «olvidava»… En la primera carta, dice: «Vivo en el mejor de los mundos ignorandolo todo»… Tenía razón: ¡ignoraba hasta la hortografía! (como Tolstói) Las imprecisiones ortográficas en los escritos de Valle-Inclán han sido señaladas reiteradamente por la crítica. En uno de los cuentos de Femeninas (el titulado «Octavia Santino») encontramos las formas «muger», «baho», «herizado», «púpilos», «esquisita», «extremecimiento», «silvada», «alhagos» o «esbelted». Guillermo Díaz-Plaja asociaba esas particularidades al predominio del factor auditivo sobre el visual («amnesia gráfica»), haciendo hincapié en su insegura ortografía («grafías erróneas o anormales debidas, sin duda, en su mayoría, al autor y no al cajista», dirá Fichter; la lectura de los autógrafos lo refrenda), ya presente en la instancia que firma al comenzar sus estudios de Derecho; pero cuando publica sus Obras Completas, en plena madurez, aún se deslizan gazafatones como «deshecho» en igual de «desecho», o «De Velo Galo» por «De bello Gallico». En sus últimos años, en un autógrafo se desliza «alo» por «halo», etc. Julio Casares, en un libro demoledor (Crítica profana, Madrid, 1916), se refería también a la descuidada puntuación del pontevedrés: «En general, la puntuación de Valle-Inclán es de las más desdichadas que pueda imaginarse. El punto y coma, los dos puntos y la coma los emplea con tanto desconcierto como el punto; y esto que, a nuestro ver, es parte muy esencial del estilo, no debiera andar tan descuidado en una prosa “lapidada y abrillantada”. A veces resultan equívocos risibles: “Antes de entrar en el Regimiento mi madre, quiso echarme su bendición”». En la primera de las epístolas afea Valle a Barga un artículo suyo sobre «Raspuntin» en que «caia usted en el error frecuente de confundir Molinismo, heregia del Padre Molina, con el molinismo, ó quietismo, heregia de Miguel de Molinos». Un poco antes, dice Valle que ha venido a ser discípulo de Molinos, «que lo mismo se llega a la quietud por el amor que por el desasimiento», y añade que ha vuelto a tener algunos «extasis» sin el ayuda del cáñamo índico que ha abandonado (en puridad: «habandonado», según el usus scribendi del arousano) por completo. «Tendido en el campo ó frente al mar llego á la imantación con todas las cosas del Universo». (¡Porque ya estaba usted intoxicado por efecto del cánnabis ingerido con anterioridad, señor Don Ramón María de las Barbas de Cabrón, chitón!). El sobredicho Bartolomé Gallardo (caco, cuco y faquín bibliopirata), en su Diccionario crítico-burlesco (Cádiz, 1811), escrito bajo el lema de Jorge Pitillas (en el siglo: Jorge Gerardo de Hervás: «Guerra declaro à todo monigote; / Y pues sobran justísimas razones, / Palo habrá de los pies hasta el cogote»), menciona sub voce esa confusión a que se prestaba el término «molinista» para designar a los secuaces del jesuita Luis de Molina («el cual heregeó diabólicamente en materias de gracia… ¿De cual gracia? Respondo peladamente que no lo sè, ò no me acuerdo, que para el caso es lo mismo. Verdaderamente que hai tantos géneros de gracia! Hai gracia gratisdata, haila eficaz, la hai suficiente, medicinal, operante, concomitante, gracia versátil…». De suerte que Gallardo no sabe en qué gracia prevaricó Molina, y monta que él venera ¡todas las que no huelan a chamusquina! Anteriormente ha dicho: «Las herejìas de pura fàbrica jesuìtica, son varias y nocibles en extremo. Obra de ellos es el molinismo, que levantò en España el jesuita Molina»), y a los sectarios del sacerdote y confesor de monjas (¡con licencia!; especifica Gallardo: «Este ministerio [la dirección de conciencias ¡¿subcentimétricas?!], que exerció con predileccion [respetamos igualmente con escrupulosidad y prurito filológico el textus receptus] en aquella parte mas débil del rebaño del Señor, á que los profanos modernamente llamamos bello-sêxo») Miguel de Molinos. Gallardo resume muy bien en su artículo la medula del molinosismo, tan caro a Don Ramón: «Fuè el caso que se dió á la vida contemplativa en términos que se abstraia del cuerpo como si fuese un espíritu-puro; y fuese bien dexado de la gracia del Criador, ó llevado de la de sus criaturas, él fuè de hito en hito sin vado hasta que cayó en una rara tema: persuadióse que en estando el alma quieta en Dios, importa un bledo que el cuerpo estè con quien quiera…». «Despues debe comenzar la visión y el conocimiento verdadero, sin el engaño fundamental del tiempo y de la geometría» —dirá Valle en la primera de sus cartas a Corpus Barga—. Y en la última (fechada el 11 de diciembre de 1920), afirma que él (merced al «canavis índico») ha volado mucho, «como todos los brujos». Concluyendo: «El vuelo, el columpio, el salto, la lucha, son siempre formulas supremas de placer sexual». Y anima a Corpus a que vuelva a volar (en globo), que analice sus sensaciones a bordo del aerostato como forma de comprobar que todo lo que dice es veraz, y que el vuelo supone una descarga de adrenalina similar al orgasmo (¿Sin período refractario, en el sentido de Dunn y Trost? Buena pescuda. Véase su artículo «Male multiple orgasms: A descriptive study», Archives of Sexual Behaviour, xviii, 5, 1989; según los autores, la visión tradicional de la sexualidad masculina que atribuye a los hombres una detumescencia o vaciamiento sanguíneo en el miembro viril tras el orgasmo es un puro mito. Y eso es, al fin y al remate, lo que viene a decir Valle-Inclán en sus papeles a Corpus Barga: que el alma del sabio —cánnabis mediante o no: su uso consume la esperma, según Dioscórides, iii, 159— es multiorgásmica).


Memorias, apariencias y demasías, de José Manuel Corredoira Viñuela. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2021. ISBN: 978-84-17231-31-6.


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