Fragmentos de… Aforismos del solitario, de José Camón Aznar



¡Mal maestro! Sólo enseña lo que conoce.



Si tuviera que elegir un trono para la poesía, elegiría el banco

de un jardín.



Diálogo: le he presentado mis razones y él, las suyas. Ya podemos quemar ese montón de hojas secas.



La duda no es más que la certidumbre meditada.



Sólo el que piensa con las piernas se propone ideales que pueden alcanzarse.



Eres tan débil que cuanto coges se convierte en robo.



Siempre que el tímido se decide a no serlo, comete una injusticia.



¿Cuándo empezó el hombre a ser libre? Cuando inventó el techo.



La imaginación del sabio inventa lo que ya existe.



¿En qué conocerás que has llegado a puerto? Cuando seas tú la ola que avanza.



Si caes vencido por el tiempo, que tu caída sea como la de una bella estatua que ya no se puede rehacer.



Tragedia del universo. Sus leyes lo mantienen estático. La vida le obliga a cambiar. De ahí los cataclismos periódicos.



Que tu soledad sea como la de la ballena: porque necesites todo el mar.



¿Mis afines? Los que se deshojan eternamente por ir contra el viento.



El autor trágico construye sus personajes con su propia alma. El cómico, con el de las demás.



La juventud es algo que se conquista con los años.



Todo lo que en la religión no es misterio es... sociología.



La admiración es el amor desde la base de una montaña.



¿Cuándo una verdad puede decirse que es histórica? Cuando el tiempo la ha convertido en un error.



Si llamas a Dios, Dios acudirá, pero a su hora. Si llamas al diablo, éste se presenta en el acto.



La imaginación es la razón cuando no puede demostrar sus conclusiones.



Lecciones del mar: o el morir heroico con la frente rota contra la roca inerte, o extinguirse dulcemente sobre sábanas de arena.


Aforismos del solitario, de José Camón Aznar. (Libros del Innombrable / Apeadero de Aforistas. Zaragoza: 2020. ISBN: 978-84-17231-21-7).

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