Así comienza…
Méliès, de Raúl Herrero, Bruno Marcos, Alberto Ruiz de Samaniego, Jesús F. Pascual Molina, Silvia Rins, Carlos Barbarito, Aldo Alcota, Laia López Manrique, Antonio Fernández Molina, Iván Humanes, Alfredo Moreno, Tomás Fernández Valentí y Diego Civilotti García. Ilustraciones y portada de Juan Luis Borra. (ISBN: 978-84-92759-99-6)
Fragmento del prólogo:
Méliès danza su cake-walk de espejos y de espadas,
de Raúl Herrero
Transcurría con la placidez ardua y ceremonial de mi primera y última juventud el año 1999, ¿o era el 2000? Una noche, Antonio Fernández Molina (1927-2005) y yo mismo emergíamos de la Luna dejando atrás en la filmoteca una sesión consagrada a Georges Méliès. La emoción nos supuraba y adoptaba la forma de semillas doradas que brotaban de nuestra piel para elevarse hasta los cielos. Desde el suelo llovían contra el mar celeste de la pecera galápagos y ballenas en blanco y negro. Fernández Molina conocía la obra del cineasta francés, la estimaba y le había proporcionado instantes de disfrute e inspiración. Incluso se había atrevido a pergeñar guiones cinematográficos (de los que en este libro habita una muestra). En mi caso, algo había advertido aquí o allá o acullá, tal vez en alguna programación televisiva de madrugada o en vídeo VHS, que en Gloria esté. Tal vez impulsado por la melopea del momento propuse al poeta y pintor F. Molina la gestación de un tomo ejemplar y ejemplarizante dedicado a Méliès, con vistas a su publicación en mi entonces incipiente, ahora algo menos displicente, editorial Libros del Innombrable. Un año más tarde la lista de autores voluntarios para tal aventura se reducía a los dos entusiastas, lunáticos del cinematógrafo, de aquella noche, es decir, a Fernández Molina y a mí. Como persistíamos en erigir un libro coral, con al menos tres voces, adormecimos el proyecto. Si bien la portada, ya diseñada por mi infausta mano, se aprovechó en otro volumen de la Biblioteca Golpe de dados; silencio el título para que el lector se anime a jugar a su búsqueda (a ver si así aguijoneamos un poco el corrillo).
Años más tarde, con Molina al otro lado del espejo, se ocultó el 20 de marzo de 2005, vino a mi mente como un rayo con camisa esta vieja idea. En esta segunda oportunidad sí he encontrado cabritos en las vides y percheros donde colgar las mieses. Algo evidente para el lector que, tal vez con energía, aprisiona en sus manos el presente libro. Vaya lo que sigue en homenaje a mi maestro Antonio Fernández Molina y a los notables autores que aparecen en estas páginas.
***
Con el paso de los años nuestro entusiasmo por el cine, también por Méliès, aumenta con furia «gracianesca»; entre otras consideraciones porque lo tenemos por la más perfecta expresión artística de «obra total». Recordemos, por ejemplo, que la abstracción artística moderna surge casi al mismo tiempo en la pintura y en el cine, sin contar con los precedentes contemplados por Juan-Eduardo Cirlot en su ensayo El espíritu abstracto (1965). Se tiene al pintor sueco Viking Eggeling (1880-1925) por el fundador del cine abstracto con Diagonal Symphony (1924), en el caso de la pintura unos críticos señalan la acuarela Dans le cercle, de Kandinsky, fechada en 1911, otros mencionan una obra del mismo autor e idéntica técnica de 1910. La literatura y la pintura pronto demandan transcribir o aprovecharse de las posibilidades narrativas y plásticas del cine. Las imágenes en movimiento casi desde sus orígenes visten en la pantalla personajes y formatos próximos a la novela (ya sea bajo un prisma realista, dentro del género de viajes y aventuras, en el ámbito del folletín, de los clásicos…), pero nunca faltan cineastas que se atreven con narraciones complejas; pongamos por caso el Ulysses (dir. Joseph Strick, 1967), una adaptación de la novela homónima de James Joyce (1882-1941), un paradigma de obra imposible de reubicar en un lenguaje distinto al que fue concebida. Y, como es lógico, tampoco faltan cineastas en pos de otra expresividad, en este arte que, como la música, se mueve en el tiempo mientras lo captura.
Las vanguardias artísticas, en principio, tan mocitas como el propio cine, intentarán fusionarse con la pantalla creando el cine futurista (el ojo mecánico), dadaísta (el ojo perdido que todo lo ve), surrealista (el ojo soluble), pánico (el ojo palpitante, sensual y sagrado); más tarde el cine originará movimientos y tendencias propios como el neorrealismo o Dogma (o Dogma 95). Para no extendernos emplearemos como modelo de los efectos del nuevo arte en la literatura a un genio patrio, a Ramón Gómez de la Serna que, cautivado por las sombras sobre luz alucinante y nevada de un proyector, proclamó la exaltación del «charlotismo» como nuevo «ismo», en referencia al personaje perenne creado por Charlie Chaplin; dio a imprenta la novela homenaje a Hollywood Cinelandia (1923); escribió algunos guiones cinematográficos (greguerías en imágenes) y protagonizó el cortometraje El orador (1928). Por pura admiración aludiremos a la novela-film del gran poeta chileno Vicente Huidobro (1893-1948): Cagliostro (1934), un ocultista del siglo XVIII que, probablemente, aprovechó la «linterna mágica» y otros efectos de fantasmagoría para impactar a sus «clientes» de las cortes europeas, y al que Orson Welles interpretó en la cinta Black Magic (Cagliostro o Clagiostro, el desalmado, 1949).
Una de las ilustraciones interiores de Juan Luis Borra incluidas en el volumen. |
Índice
Preámbulo:
Méliès danza su cake-walk de espejos y de espadas
Raúl Herrero
Méliès, el encantador
Bruno Marcos
Georges Méliès: El mundo en sus manos
Alberto Ruiz de Samaniego
Méliès y las artes plásticas:
conexiones con la vanguardia artísticas
Jesús F. Pascual Molina
La mujer intocable: mitos femeninos en el cine de Méliès
Silvia Rins
(Interludio)
Méliès
Carlos Barbarito
Luna de celuloide
Aldo Alcota
Los descabezados
Laia López Manrique
La guerra de los cien años
Antonio Fernández Molina
El mito de Fausto en Méliès
Iván Humanes
Magos del schock latente
Alfredo Moreno
Georges Méliès: los últimos años
Decadencia y reivindicación
Tomás Fernández Valentí
La mirada extraordinaria
Pensar (con) Méliès
Diego Civilotti García
Notas
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