Así comienza… Radical libre, de Eduardo Chicharro



Radical libre Antología poética 1944-1960 (Libros del Innombrable, 2017), de Eduardo Chicharro. Edición de Jaume Pont. Con obra gráfica inédita de Nanda Papiri. Biblioteca Golpe de dados. ISBN: 978-84-92759-95-8 

Prólogo
La complejidad de la obra literaria de Eduardo Chicharro Briones (Madrid, 1905-1964), con una trayectoria que abarca poesía, novela y cuento, teatro o ensayo literario, solo es comparable al ostentoso silencio que la acompañó y la sigue acompañando. Pero Chicharro fue, en este sentido, insensible al desaliento. Ajeno a la pompa de la corte literaria, desde ese mismo silencio fue capaz de construir, siempre desde los márgenes del canon literario de su tiempo, una obra extraordinariamente iconoclasta, radical y libre.
El postismo (Madrid, 1945) —movimiento estético-literario que llevó a cabo una relectura singularísima de las vanguardias históricas, con el surrealismo en primer término— fue su creación pública más sonora y de mayor calado. En complicidad con los poetas Carlos Edmundo de Ory y Silvano Sernesi, el proyecto de Chicharro y su postismo admitían pocas dudas: recuperar, mediante una actitud revisionista nada disimulada, la tradición de las vanguardias europeas que el franquismo había reducido a puro e interesado olvido. Como nos recuerda Ángel Crespo, ello suponía pasar por encima del modelo imperial del Siglo de Oro, «cuyos valores poéticos, incluso no solo los formales, sino los más ortodoxamente ideológicos», el nuevo régimen «pretendía actualizar» con los poetas de la Juventud Creadora y su revista Garcilaso (Crespo 2001: 232). Pero ni el aggiornamento neoclasicista de Garcilaso primero, ni el regeneracionismo de corte noventayochista del grupo leonés de la revista Espadaña (1947) o la recuperación de la vertiente simbolista de los poetas del 27 llevada a cabo por el grupo Cántico (1950) de Córdoba después, tenían nada que ver con el postismo. Tamaña osadía la pagó Eduardo Chicharro con su soledad y el más ostentoso de los silencios.
Leer a Chicharro es, sin duda, leer la letra encarnada en pura imaginación creadora. Nada de lo que hizo se sustrae a la forja de un poder que se yergue desde la soledad y acaba en la afirmación de la propia escritura. O dicho en las sabias palabras de Gonzalo Armero: «[en] la necesidad de escribir como única posible salida. Escribir y escribir sin descanso; cientos y cientos de páginas que ocuparon todas las horas de todos los días de su vida; la obsesión de escribir siempre presente, la de ser otro en la escritura, la de ser el poema. Comprender esta soledad y esta necesidad de escribir será, creo, haber penetrado en el mundo de este poeta ejemplar y, al mismo tiempo, comprender la poesía en su más profundo sentido» (Chicharro 1974: 14). 




Comentarios