Así comienza y fragmentos de… La libertad del ocaso, de Kjell Espmark




Así comienza el prólogo a La libertad del ocaso, de Kjell Espmark

La libertad del ocaso se inserta en la viva discusión que parte del análisis que hizo Theodor Adorno del tardío lenguaje tonal de Beethoven, su «Spätstil». La idea la ha divulgado Edward Said en su ensayo Late style y después de él John Updike entre otros. Milan Kundera ha acuñado la expresión «vesperal freedom» para nombrar el específico sentimiento vital de que se trata.
La imagen que transmiten del idioma del artista envejecido difiere considerablemente de la idea admitida en general de un estilo sereno, otoñalmente luminoso. Subraya en cambio cómo el viejo maestro, que domina totalmente su medio, rompe en un arrebato de cólera con su obra anterior y con ello también con su público habitual.

Kjell Esparmk

Los dos primeros poemas del volumen:

Estilo tardío

¿Qué se puede hacer con un rostro?
El que se empecina con una identidad
debe recoger sus «yo» con una traína
arrastrada a lo largo de la historia.
Se puede pasar de largo de sí mismo.
Lo nuevo es ingravidez—
se muestra posible escribir en el viento.
Y las memorias se escriben mejor más allá de la tumba.
Pero la sencillez es un modo engañoso.
Hay que alcanzarla dando un rodeo
que cruza por medio de los arbustos de endrino.
Hace ya mucho tiempo que acabé con la pedagogía. 
La lengua se encuentra bien con sólo escuchar.
Y lo único necesario
es razonablemente inexplicable.
También hay que tener cuidado con Orfeo.
Se rompió él mismo
y se embarcó
como una vociferante cabeza solitaria 
pero el peligro radica en que el apéndice de nervios
vuelva a crecer hasta devenir un tenor. 
También al recuerdo
y con ello a la historia le dan una paliza.
La grandiosa imagen de generación tras generación
en camino desde la sabana debe bajarse
hasta el arquetipo de los derrotados 
en el arco de Tito en Roma:
un enjambre de abejas que zumba capturado en la piedra.
Pero un fragmento tangible insiste,
un recuerdo del tiempo de Mesopotamia:
cómo nosotros, pegados como dos libélulas, 
cruzamos volando el Eufrates, zumbando, 
plenos de algo que parecía el sol.



Ahora Beethoven se ha vuelto loco

Llaman incomprensible a su estilo tardío,
una bofetada en el rostro de un público
entusiasta como un par de zapatos gastados.
Pero la música está cansada de conciliación
y busca un hogar en su ira.
Deja que rechine, deja que raspe.
Como cuando la existencia se encoge de dolor
en torno a su hígado que se marchita.
Quizá estén planeando una zancadilla más.
No ha olvidado cómo sus tempranas obras maestras,
la música en memoria del emperador Josef,
fueron canceladas sin previo aviso. 
¡Lo que merece el mundo es desconfianza!
La sordera son sólo los primeros pasos
de entrada en un silencio más severo—
el que él ha tomado a su servicio.
Sí, él arroja al público al silencio.
No ve sus asustados aplausos
hasta que lo vuelven hacia el salón:
bravos mudos salen de bocas desencajadas
como si despedazasen el cuerpo fieras salvajes.
Y los labios de los amigos forman las palabras:
Ahora Beethoven se ha vuelto loco.
Pero al mismo tiempo el silencio aclara la existencia:
se ve cómo los árboles se elevan con raíces extraviadas
y cómo la ciudad ralea hasta quedar reducida a un grabado.
Aquí busca la música el verdadero peso.
Las cuerdas exploran insobornables el territorio
en el límite de lo que no existe.
En las notas no se deja entrar nada prescindible.
Finalmente cada media nota pesa una libra.
¿No estuvo él toda su vida
en camino hacia el cuarteto en do sostenido menor,
el dolor del decenio condensado en cuatro
instrumentos de cuerda hasta formar un destierro final?
El cuarteto
que siempre será de su tiempo.


Kjell Espmark
Traducción de Francisco J. Uriz

La libertad del ocaso, de Kjell Esparmk. Traducción de Francisco J. Uriz. (Libros del Innombrable, 2019). ISBN: 978-84-17231-15-6

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